Aparecen cada 1 de Enero con la intención de conseguirlos pero pocas
veces los cumplimos. Cada año hacemos una lista, en ocasiones poco
realista, de objetivos para conseguir durante el año que empieza y así,
hacer de nuestra vida un mundo mejor, o eso creemos.
Realmente, esta lista acaba siendo un papel lleno de metas que no
alcanzamos nunca, cosas que nos dan pereza o una prueba escrita de una
futura frustración o la incoherencia entre lo que deberíamos hacer y lo
que realmente hacemos. ¿Es verdaderamente importante
marcar unos propósitos de año nuevo?
Hay algo mucho más práctico que crea menos frustración y hace la vida un
poco menos complicada. Esto es: vivir día a día. Evidentemente, siempre
seguimos un estilo de vida determinado, según el ritmo de vida que
llevemos, según nuestras aficiones o costumbres
o directamente siguiendo aquello que nos mueve o nos aporta algo: leer,
viajar, practicar algún deporte o simplemente descansar cuando no
tenemos que trabajar. Todo esto siempre puede mejorar o dar un pequeño
giro que nos beneficie.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiynOItm-YKbYIg2E0fL1sIyIO5MweLGS27DkGAdT855ZnMPfOEfLjTrHDJushfOe3FVVe3rjcFYDfC3ole9facpnC9SPIhYk3NF_LYceSJyQeaVAXkRkFJiRf1t9Tdhijpq6Hmb05KfSiP/s200/Screen+Shot+2020-01-08+at+22.04.17.png)
Claramente el sentido de este texto no es más que el reflejo de mi
experiencia personal. Cada año me empeño en marcar unos propósitos al
principio del año que lo único que hacen es hacerme sentir peor al
terminarlo y ver que no he conseguido al cien por cien
ninguno de ellos. Por eso este año mis propósitos van a ser mucho más
alcanzables, pero sobretodo van a ser propósitos a corto plazo: ¿qué me
gustaría conseguir este mes? ¿qué quiero hacer? ¿qué puedo mejorar?
Dicho esto, los propósitos de Enero son: disfrutar
del día a día y aprender a cocinar el arroz al horno de mi madre, así
al menos se que el primero lo conseguiré seguro.