martes, 12 de febrero de 2013

El estanque de los patos pobres


Hoy vuelvo a hablar de mi abuelo. Cuando era pequeña, solo tenía dos pasiones, una era escribir, escribía mucho, y la otra era mi abuelo. Él era al que más quería de todos. 

Mis pasiones eran tales que quise unirlas de alguna manera y se me ocurrió la idea de escribir un libro sobre él  para poder leerlo todas las noches. En ese momento, tenía siete u ocho años, fue antes de la comunión. 

Con mi idea en mente y siendo ya tan impulsiva como lo soy ahora, decidí buscar en los libros que leía entonces las direcciones de las editoriales. Con la ayuda de mi madre, tomé nota de todas y empezamos a enviar cartas para que me dejasen escribir un libro sobre mi abuelo. Obviamente, la respuesta no fue la que yo esperaba pero todas las editoriales a las que escribí tuvieron el detalle de contestar a mi carta muy amablemente. Una de ellas, Edebé, incluso me envió un libro que según decía en su carta me iba a gustar mucho. Lo cierto, es que agradecí el detalle, pero me fastidió que ninguna me concediese el deseo y nunca llegué a leer "El estanque de los patos pobres", así se llamaba el libro. 


Hace un par de días, rebuscando entre los cajones de mi casa lo encontré y decidí leerlo. A pesar de ser un libro infantil, me causó mucha risa y ternura. El libro tenía mucho que ver con la relación que yo tenía con mi abuelo y me transportó directamente a mi feliz infancia. Fue tan bonito todo lo que recordé al leerlo que ahora no desparece de mi mesilla de noche. 


Desafortunadamente, en aquel momento mi deseo no se cumplió, pero por suerte y gracias a las nuevas tecnologías, hoy escribo aquí todo y cuánto me apetece. No he escrito el libro sobre mi abuelo pero tenía claro que él sería quién inauguraría mi blog. Aquel post, este y seguro que muchos más van dedicados al hombre más importante de vida. 

jueves, 24 de enero de 2013

Watching across...

Since I passed by the 56th of Baldwin St. I've noticed that I have a weird passion, or maybe an  obsession. It might be influenced by the fact of having a room with two big ones of victorian style.
I’m talking about windows. The past years, I’ve been collecting pictures of windows without being aware of it.
Most of them are from my trips, but I also have a few from my workplace, home or cafes.
There I go with my favourite ones
Bristol room and views

Edinburgh and somewhere in England

La Rioja

Firenze - Ponte Vecchio
Train to somewhere

jueves, 3 de enero de 2013

Admirar

Admiro a la gente que es de verdad, que dice lo que piensa, no se contradice y defiende sus ideales. Admiro la sinceridad, humildad y la no superficialidad. Admiro a mi abuelo donde quiera que esté y a su sucesora, mi madre. Admiro la inteligencia y a todo aquel que no se cansa de aprender. Admiro el saber y la sabiduría. Admiro las grandes voces, esas que al escucharlas hacen que se te erice la piel. Admiro las amistades verdaderas y duraderas. Admiro la verdad, la coherencia. Admiro a aquella gente con estilo propio y que no actúa según las modas o tendencias. Admiro el trabajo bien hecho, la eficiencia, productividad y creatividad, pero sobretodo el compañerismo y el trabajo en equipo. Admiro todo aquello que te hace reflexionar. Admiro el amor verdadero. Admiro a las personas que saben sacar una sonrisa, pero también a aquellas con las que llorar de alegría o nostalgia. Admiro las críticas constructivas y el razonamiento. Admiro a los deportistas, su resistencia, constancia y esfuerzo. Admiro a los valientes, a los emprendedores y a todos los que no aceptan un no por respuesta. Admiro a aquellos que nunca se rinden.  Admiro las aspiraciones, la ambición y el afán de superación de algunas personas. Admiro el altruismo, la caridad y la ayuda desinteresada. Admiro lo realista, lo sensato. 


Admirar: (Del lat. admirāri).

1. tr. Causar sorpresa la vista o consideración de algo extraordinario o inesperado.

2. tr. Ver, contemplar o considerar con estima o agrado especiales a alguien o algo que llaman la atención por cualidades juzgadas como extraordinarias. U. t. c. prnl.

3. tr. Tener en singular estimación a alguien o algo, juzgándolos sobresalientes y extraordinarios.
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